Abuelo, levante los pies, despéguelos del suelo y caminará más ligero, con menos esfuerzo.
Hijo, camina tú así. Es lógico en un joven querer avanzar rápido. Yo ya sé a donde voy y prefiero hacerlo despacio, - contestó.
Sintiendo el suelo. Palpando. Oliendo, - añadió.
Y dejando huella.
5 comentarios:
A veces pedimos a los abuelos que caminen a nuestro ritmo, pero ellos ya no necesitan llegar rápido a los sitios. Me ha gustado lo que lleva de reflexión el texto. Un abrazo.
Muy bueno. Gracias por pasarte por mi blog. Me pasearé de vez en cuando por el tuyo, a ritmo de viejo o de joven, pero tratando de buscar huellas.
Casi me pierdo este micro, me gustó. Por lo que tiene de reflexión, porque destila melancolía, porque me gustan y respeto a los abuelos.
Un saludo indio
tarde o temprano el cuerpo pide tierra
Manu: A veces exigimos a los demás un ritmo que sólo es bueno para nosotros. A veces nuestras miras no llegan más allá que a la punta de nuestras narices, tienes razón. Abrazos retribuidos.
CDG: Me alegra que te haya gustado. Gracias a ti.
Indio: Yo creo que abuelos los hay majos y otros que dan ganas de empujarlos escaleras abajo, como al resto de los mortales. Jau.
Vittt: O marcha, como cantaba... no sé quién, pero alguien lo cantaba, ¿verdad?
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