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Además hay una pequeña serie que me entretiene bastante: Relatos del General
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Varias personas me han comentado que sus preferidos son:
Ultimas voluntades y Personajes Históricos V que, por cierto, a medida que me alejo de éste último me va gustando más.
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sábado, 9 de octubre de 2010

Ni tanto...

El veintrés de mayo de dos mil dos no dormí en Toconao. El resto de noches de mi vida tampoco, pero aquel día estaba allí.
Recuerdo que observé el atardecer desde la pequeña plaza del pueblo. Intenté fotografiar el cielo pero no se dejó, tan rojo, tan incendiado que me bloqueaba. Habitualmente los atardeceres en el desierto dejan a los que le somos ajenos como estatuas de sal, especialmente en Atacama, pero ese día era más. Recuerdo que el viejo que me alquiló un trozo de piso de arena en su vivienda, desdentado y paso como uva con cien años, se me acercó por la espalda y comentó hoy hay cielo de terremoto, tan tranquilo como cuando un anciano pasiego observa este otro cielo y dice que va a llover; claro que las posibilidades de que el pasiego acierte si dice que habrá un terremoto son tantas como las de un atacameño que augure la lluvia. Y yo, que estoy también más acostumbrado a la lluvia que a los terremotos, doy gracias a dios de que el viejo se confundiera. A los pocos minutos de estar metido en mi saco oí gritar lluvia, lluvia, llueve. Primero una voz, después más. Salí de la cabaña y encontré que toda aquella gente, las cincuenta y tantas personas que viven en Toconao, habían salido de sus casas y miraban al cielo como quien contempla un milagro. Gritaban, cantaban, bailaban bajo la lluvia. Los había que se abrazaban celebrándolo, como si las gotas fueran a enriquecerles o a sanarles. Entonces me di cuenta de que en mi guía había leído que hacía treinta años que no llovía en Atacama. Muchas de ellos lo celebraban como se celebran las primeras veces, porque jamás habían visto llover. Siempre he pensado en la persona que por primera vez ve el mar, en los sentimientos encontrados de infinitud y fugacidad, inmensidad y pequeñez, pero nunca había pensado en que hubiera quien pudiera tener la certeza de recordar la primera vez que vio llover.
Me uní a la fiesta mientras duró la lluvia, hasta poco antes del amanecer. Después, cuando la nostalgia comenzaba a invadirnos a todos (en aquel momento yo era un atacameño más), los primeros rayos de sol nos trajeron otro motivo de alegría. El desierto apareció cubierto de flores, las laderas de las montañas faldadas de violeta y amarillo. Casi como un milagro la lluvia hizo que las semillas que descansaban, latentes, sobre el suelo del desierto, germinaran en unas horas. Entonces la celebración fue distinta, no bailamos, no cantamos ni corrimos, sólo observamos el desierto tan vivo como jardín botánico con cara de felicidad. En ese momento pude hacer fotografías que, por ser las únicas, ocuparon portadas en diarios chilenos como noticia reseñable y últimas páginas en diarios españoles como suceso de cierta singularidad. Pero el color duró exactamente lo que dura una flor en el desierto. Antes de media mañana todas aquellas flores habían pasado de flameantes neonatos a marchitas moribundas. Cuando volvía hacia Calama no quedaba más que el recuerdo.

En dos mil cinco mi amigo M.C. viajaba a Chile. Visitaría, entre otros lugares, la región de Atacama cercana a Toconao, así que le pedí que llevara una copia de las fotografías que tomé aquel día. A su regreso, cuando le pregunté por la reacción de la gente, me comentó que el recuerdo sobre mí estaba dividido: mientras los más ancianos me recordaban como el Extranjero que llevó la lluvia, los jovenes me llamaban el Forastero que robó las flores.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Sibreve, esto es una delicia.
No sé si te habrás fijado pero en mi blog he comenzado con úna página a la que titulé 'cuentos breves de mis amigos' Si no te parece mal voy a incluir 'Ni tanto...' Simplemente copio y pego, mi técnica no da para mas. Cuando te des otra vuelta fijate, si no te gusta lo quito inmediatamente.
Nos seguimos leyendo.

Sibreve dijo...

No me molesta en absoluto. Antes me honra.
Saludos.

Anónimo dijo...

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