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sábado, 20 de noviembre de 2010

La muerte en una caja

Luego... luego murió.
¿Luego de qué?
No sé, luego de su vida, supongo. Se fue con esa mala costumbre que tenemos casi todos de marcharnos sin decir adiós. Murió luego de haber cogido un taxi y antes de dejarlo. 
¿Fue un accidente?
No, no. Murio en el taxi pero de pura vejez. Cuando la dejé parecía estar perfectamente, pero murió de camino a casa. El taxista dice que no se enteró hasta llegar al destino. Quiero buscarlo para pagar la carrera.
No creo que le preocupe.
Quién sabe, hay quien se preocupa por las cosas más extrañas.
Entonces, ¿la viste poco antes de que muriera?
Sí, minutos antes. Había estado en casa, tomando café. Se presentó sin más con la cajita de hojalata, esa tan antigua de galletas donde guardaba las fotos de su niñez. Me las estuvo mostrando.
No veo esa caja desde que éramos niños.
Ni yo, y fue igual que entonces. Se sentó y fue sacando las fotos, de una en una. Sus abuelos, sus padres, la casa... Creo que tenían un tono más sepia que entonces. Y el mismo olor.
Sí, recuerdo el olor. Era del saquito que tenía dentro. Decía que era por la humedad.
Sí, decía que así no se pudrían por la humedad.
¿Y te llamó la policía?
Sí. Tuve que ir al tanatorio del hospital. Nunca había estado allí. Es horrible. Entras por un extremo de un pasillo infinito, a ambos lados hay cortinas, y detrás de cada cortina... Tuvimos que atravesarlo casi entero, estaba al otro lado, sobre una de las camillas, cubierta con una sábana verde. Me dieron su ropa y la cajita. Yo llevaba una falda negra y una blusa blanca para que la vistieran. Después la llevaron a una de las salas exteriores.
¿Te quedaste allí mientras tanto?
Sí. Me ocurrió algo extraño. Me llegó el olor de la caja, y fui a cerrarla, pero ya estaba cerrada. No conseguía sacárme el olor de encima. ¿Quieres creer que por dos veces volví a cogerla de nuevo para cerrarla, pese a que nadie la había tocado?. Después me di cuenta de que el olor no venía de la caja, era del tanatorio.
¿El tanatorio olía como la caja?
Sí. Tampoco tiene nada de extraño. La cajita como un tanatorio, los dos llenos de muertos. Llenos de muertos que no deben de pudrirse aún.

5 comentarios:

bicefalepena dijo...

Murió de vida y de recuerdos.
Me gustó mucho este relato. Suena tan pausado, tan como se siente uno cuando pasan estás cosas... tan sin alguien a quien queríamos, que nos faltan las fuerzas.
Un saludo

Sibreve dijo...

Bienvenido, Bicefalapena. Ponte cómodo, como en casa.
Lo cierto es que no entiendo muy bien esta historia. La escribí de manera bastante irreflexiva ante la aparición de la imagen de la caja de fotografías antiguas y el tanatorio, que se asimilaron por un momento en la cabeza. El taxi y el taxista aparecieron por voluntad propia, no sé muy bien qué vinieron a hacer aquí. Me alegra mucho que te guste.
Saludos.

budoson dijo...

Vaya, vaya. Esto tiene buena pinta.

Unknown dijo...

Preciosa fantasía poética, el relato de algo así no requier concordancia con la realidad, por el contrario, posee su propia valía. Bravo.

Sibreve dijo...

Budoson: Muchas gracias por tu comentario.
Carlos: Joder, qué piropo al micro.
Muchas gracias.
Saludos a ambos.