Tenía un don, además de trabajo y esfuerzo, que también.
Pero, además, tenía un don: una capacidad innata para dibujar con las palabras, unirlas como imágenes, componer música, en cierta manera, con su sonido.
Era un poeta.
Lo que nunca pude comprender es que su poesía viviera dentro de un caparazón: la dejaba salir a la hoja sin fuerza, sus versos formando un todo de significado absurdo en muchas ocasiones, en vez de lanzarla violentamente contra el mundo y en lo que se está convirtiendo, contra la pobreza, la guerra, la clase política (que acostumbra a pasarle la mano por la espalda).
Un día lo encontré por la calle, ufano, feliz consigo mismo. Me informó:
- No lo vas a creer. Me han solicitado que recite en una feria de armas decorativas. Armas decorativas, ¿comprendes algo?
Más de lo que imaginas.
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