El sueño.

Desde hacía tiempo tenía un sueño recurrente: avanzaba por un jardín aledaño a una gran mansión medio derruída, abandonada, hasta encontrar un pasillo entre rosales que se cruzaban sobre su cabeza en forma de bóveda. Irremediablemente, sin voluntad, atravesaba la arcada de flores. A lo lejos se oía sonido de agua, y seguía avanzando hasta descubrir una fuente, y dentro de la fuente, una caja. Cada noche soñaba abrir la caja, pero antes de poder ver qué había dentro despertaba, siempre con desasosiego. Desde hacía tiempo ese era su sueño recurrente. Cada noche lo mismo.
Una mañana salió de viaje. Desde la carretera descubrió la mansión, como la de su sueño, y pidió al marido que parase el coche. Se acercó caminando, efectivamente estaba medio derruída y abandonada. En el jardín contiguo vió el mismo pasillo de flores de sus sueños. Caminó a través hasta que escuchó el ruido del agua. Casi corriendo llegó a la fuente y dentro de ella estaba la caja. La abrió, y despertó de nuevo. Su marido estaba aparcando. Habían llegado al destino.