Estas navidades me han regalado el libro Breves historias de la Historia, de una pequeña editorial llamada Pereza Cósmica Editores. El libro es un compendio de anécdotas de personajes históricos más o menos populares, publicadas en el dominical del desaparecido periódico valenciano La Voz durante los cuatro últimos años de edición. La dedicatoria del libro reza así: "Espero que te dé muchas historias que exponer en tu blog", y aunque no es el objeto de éste transcribo, también con deseo de agradar al regalante, el siguiente capítulo que firmaría gustoso como obra de ficción.
HUANG SHI y la ciudad de los intelectuales.
El emperador chino Huizong de Song (1092 - 1153) fue un hombre ilustrado. Liberado del arduo trabajo que significaba prepararse para el gobierno, puesto que era el menor de once hermanos, dedicó su tiempo de estudio a cultivar varias artes como caligrafía, pintura, poesía o música.
Pero sus hermanos fueron falleciendo y quiso la historia que Huizong vistiera el Manto del Dragón (vestimenta imperial), y que ocupara el trono a partir del año mil ciento diez. Durante los cuarenta y tres años que duró el gobierno convirtió su corte en el faro que iluminó la cultura de al menos medio planeta. Cualquier poeta, filósofo o artista era bien recibido en Bianjing y los más prometedores jóvenes de China cursaban estudios allá. Se puede decir que para cualquier persona con sensibilidad, capacidad y entendimiento suficiente, la corte tenía fácil la entrada, pero también difícil la salida: Huizong no permitía que ninguno abandonara la ciudad.
Huang Shi fue arrancado del seno familiar siendo todavía un niño. Con ocho años tenía tanta facilidad para la composición poética que su fama corrió por todo el imperio como prende un reguero de pólvora. En cuanto el rumor del niño poeta llegó a oídos de Huizong ordenó que lo llevaran a su lado. No fue un error, Huang Shi es una de las figuras más trascendentes en la literatura china. Pero al joven le asfixiaba la vida en la corte, tenía, como dejó escrito en uno de sus versos "necesidad de luz, de viento, de humanidad sin celosías", y era Huang adolescente cuando pidió por primera vez abandonar Bianjing. Por más que prometiera volver junto al emperador Huizong, de llevarle versos más bellos, poemas más profundos, la respuesta fue negativa. Así que finalmente, disfrazado de mendigo, decidió abandonar el opresivo aprecio y la agobiante admiración imperial.
Una noche del invierno de mil ciento veintitrés desapareció, y nadie volvió a tener noticias de Huang Shi hasta que catorce años después apareció en Lin´an, donde se había trasladado la capital. Aun ataviado como un mendigo, aunque ya no era un disfraz, intentó presentarse ante Huizong. Tras varios intentos fallidos de acceder al palacio, consiguió hacer llegar una misiva al emperador con el siguiente mensaje: "Señor, antes que sólo unía palabras, no dejabas que me alejara de ti, ahora que soy sabio no permites que me acerque". Huizong decidió darle de nuevo paso a sus estancias.
Cuentas las crónicas que durante más de un mes ininterrumpido estuvo narrando Huang su viaje al emperador y leyendo las notas que había tomado en cada rincón del país. Esta conversación fue origen de, entre otras cosas, la legislación con la que se gobernó China durante trescientos años, técnicas militares que se emplearían en guerras contra mongoles y tribus esteparias entre otros, o la generalización del cultivo intensivo en todo el nordeste del país.
Por último recomendó Huang Shi a Huizong cómo gobernar a un pueblo que ahora conocía. Debía el emperador, según su consejo, ser un gobernante magnánimo pero a la vez severo. Huizong se mostró extrañado al entenderlo como términos contradictorios. Huang le explicó que debería ser indulgente con todos aquellos que contravinieran las leyes sin tener otra alternativa, como pobres que robaran o enfermos que no trabajasen, mientras que debía ser severo con aquellos que desobedeciesen al emperador sin justificación alguna, como había sido su caso. Esos castigos serían ejemplificantes y no el de un campesino puesto que no tendría éste repercusión alguna.
Le recomiendo, mi señor, que me castigue.
Huang Shi, una de las principales figuras de la literatura china, fue ajusticiado frente al palacio imperial de Lin´an en el año mil ciento treinta y siete, sujeto implacable y a la vez objeto de su propio juicio. Huizong, dicen, lloró su pérdida.
Si vienes sin mucho tiempo, permíteme que te recomiende:
Ni tanto y Autobiografías Son los que más me gustan.
Además hay una pequeña serie que me entretiene bastante: Relatos del General
Por último, te invito a seguir el juego, si quieres como un comentario, si quieres en otro lugar: Despertares
Varias personas me han comentado que sus preferidos son:
Ultimas voluntades y Personajes Históricos V que, por cierto, a medida que me alejo de éste último me va gustando más.
Y si has llegado hasta aquí buscando nanorrelatos sólo porque el nombre del blog es NANORRELATOS, te dejo aquí algunos reunidos: Nanorrelatos
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5 comentarios:
Espero que no sea éste el único relato que te inspire el regalo.
Cuánto se aprende viajando en el tiempo y en el espacio cuando se aterriza en el sitio adecuado.
Un abrazo histórico y real
Gracias, Bice, pero he de decirte que el libro tampoco existe :D
¿Se aprende más viajando o en el destino?
Saludos.
A pesar de que raras veces coincidimos, hoy, ya ves, es una de esas ocasiones. Pero no quiero darte demasiadas alas que luego vuelas.
Abrazos varios.
Bueno, me alegro de coincidir contigo. Me gusta crear confusión entre lo literario y lo real, y ya me han llamado dos veces para decirme que me debía haber equivocado con el título del libro, porque no les aparecía en San Google. :D
一個擁抱 (Saludos chinos)
Olé y olé por ti Sibreve
Un abrazo admirado
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